Cinco años después de que el entonces presidente Barack Obama derogara la ley de “pies secos, pies mojados” para intentar cortar el flujo migratorio ilegal de Cuba hacia Estados Unidos, los cubanos siguen lanzándose al mar en armatrostes para escapar de la dura realidad de la isla. Si es una odisea armar a diario un plato de comida, si no hay medicamentos, si los apagones están de vuelta, si los pocos productos de primera necesidad que se ponen a la venta solo se pueden adquirir en tiendas en dólares cuando el Estado paga sus salarios en pesos cubanos, y si la represión a la ciudadanía y la falta de libertades y derechos fundamentales van en aumento, no sorprende que haya personas que deciden poner su vida en riesgo entregándose al mar para intentar escapar de sus presentes y así alcanzar un futuro diferente al que les toca en este país.